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jueves, 9 de julio de 2009

Morir para subir al Olimpo

La tradición de hablar bien de los muertos en público es una de esas leyes que casi nadie osa saltar. Solo puedo recordar una excepción: El periodista Gregorio Morán que en una de sus inmisericordes Sabatinas Intempestivas que publica los sábados en La Vanguardia puso a parir el cadáver aun caliente del también periodista Eduardo Haro Tecglen.

En esta época en que prima la desproporción a causa de los intereses de los medios de comunicación, estamos asistiendo estos días a dos claros ejemplos, uno nacional y el otro planetario, de lo que podemos llamar “morir para subir a los altares del Olimpo”. Sin negar los evidentes meritos que estas dos figuras habían tenido en sus campos respectivos hace años, la realidad es que en los tiempos recientes, languidecían en la zona gris de la actualidad hasta que su muerte ha disparado el fanatismo desmedido. Como siempre el tiempo con su frialdad, coloca a todos en su lugar.

No ha tenido tanto éxito mediático Vicente Ferrer y quizás ni lo necesita para que quede en el recuerdo permanente como un buen hombre que ha dejado un mundo mejor atrás.

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