Creo que merece el esfuerzo de copiarlos:
E-471 (emulgente)
E-304i (antioxidante)
E-306 (antioxidante)
E-422 (estabilizante)
E-466 (estabilizante)
E-412 (estabilizante)
E-450 (gasificante)
E-501i (gasificante)
E-341 (gasificante)
E-202 (conservante)
E-281 (conservante)
E-471 (emulgente)
E-450i (estabilizador)
E-451i (estabilizador)
E-407 (estabilizador)
E-621 (potenciador del sabor)
E-262i (conservante)
E-250 (conservante)
E-301(antioxidante)
E-331ii (antioxidante)
E-471 (emulgente)
E-322 (emulgente)
E-200 (conservante)
E-330 (regulador de la acidez)
E-452i (sales fundentes)
E-339ii (sales fundentes)
E-202 (conservador)
E-160b (colorante)
TOTAL: 28 (se repiten tres)
¿Quién da tantos aditivos por menos precio? Los 273g salen a 1,60€ (o sea el kg sale a 5,83€)
¿Qué nos está pasando?
Lo grave del caso es que me lo enseña un consumidor de 18 años, emocionado y exultante por el descubrimiento culinario que ha realizado recientemente.
¿Tan difícil es preparar una pechuga de pollo rebosante de queso fundido y meterlo entre un par de rebanadas de pan del de verdad? ¡Y si somos cocinillas capaces de hacer la masa tipo crepe, puede quedar impactante!
Lo grave del caso es que me lo enseña un consumidor de 18 años, emocionado y exultante por el descubrimiento culinario que ha realizado recientemente.
¿Tan difícil es preparar una pechuga de pollo rebosante de queso fundido y meterlo entre un par de rebanadas de pan del de verdad? ¡Y si somos cocinillas capaces de hacer la masa tipo crepe, puede quedar impactante!
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