Muchas veces la contemplación de la Belleza inexorablemente acaba incitando sueños tan maravillosos como improbables pero soñar, como contemplar, es gratis y gratificante.
La contemplación no necesita de paisajes idílicos en plena naturaleza sino que también es posible practicarla en la ciudad, cuando tu camino temporalmente coincide con el de alguna belleza humana desconocida que atrae salvajemente tu mirada, cual canto de sirena.
Esa mirada, halagadoramente contemplativa, necesariamente debe autolimitarse para evitar mancillar la belleza. Entonces comienza una dura pugna entre tentación y razón, en la que no siempre se impone esta última.
Entretanto, en algún rincón de tu cerebro pueden surgir sueños tan maravillosos como descabellados. Y como dijo Cervantes: “ . . . fuese y no hubo nada”.
2 comentarios:
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KAROL
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Karol gracias por tu visita y comentario. He ojeado tu Blog y aunque el idioma no lo comprendo, las imagenes son preciosas.
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