José Antonio Marina en su habitual
página del suplemento de La
Vanguardia nos ilustra sobre la Espontaneidad, actitud bien valorada desde
Rousseau que nos dijo que nacemos buenos pero la Sociedad nos pervierte con su hipocresía,
por lo que hay que volver a lo natural, a lo autentico, a lo sincero, a lo
irreflexivo, a lo espontaneo.
Así, hemos llegado a concluir que hacer
una cosa "porque me apetece" es más digno que hacerla "porque es
mi obligación".
Todo iría estupendo si no fuera
porque los comportamientos éticos son muy poco naturales. Siendo lo natural, lo
espontaneo, la coz. Y nada más natural que preocuparme sólo de mí o de los míos.
Así, el extraño, el extranjero, ha sido naturalmente el enemigo. ¡Suerte de la
Civilización que ha suavizado tanta espontaneidad".
Cuando hacemos un elogio de lo
espontaneo, estamos elogiando un modelo ético poco recomendable, excepto para
otro planeta o para una nueva Humanidad (¡que no es en absoluto imposible!)
Marina nos regala una frase final
de lujo: es muy importante comprender lo que decimos, cuando decimos algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario