Cualquier ciudadano tiene el derecho a practicar su
religión, según los cánones que marque su iglesia. Ahora bien, este mismo
ciudadano no puede imponer sus creencias al resto de la sociedad. La Iglesia
Católica española nunca ha aceptado que sus creencias son particulares (es
decir, que debieran afectar solo a sus creyentes) y no universales (es decir,
que se apliquen a toda la ciudadanía).
Vicenç
Navarro lo dice muy claro: El derecho a morir con dignidadlunes, 13 de enero de 2014
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