¿Qué tal si deliramos por un ratito?
¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar
otro mundo posible?
El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos
humanos y de las humanas pasiones.
En las calles los automóviles serán aplastados por los perros.
La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por
el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será tampoco mirada por
el televisor.
El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y
será tratado como la plancha o el lavarropas.
Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez que
cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir no más,
como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que
juega.
En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el
servicio militar sino los que quieran cumplirlo.
Nadie vivirá para trabajar pero todos trabajaremos para vivir.
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni
llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.
Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las
hiervan vivas.
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser
invadidos.
Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer
promesas.
La solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie nadie
tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo.
La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes y ni por defunción
ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero.
La comida no será una mercancía ni la comunicación un negocio,
porque la comida y la comunicación son derechos humanos.
Nadie morirá de hambre porque nadie morirá de indigestión.
Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura porque
no habrá niños de la calle.
Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero porque no
habrá niños ricos.
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla y la
policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.
La justicia y la libertad, hermanas siamesas, condenadas a vivir
separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.
En Argentina las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud
mental porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia
obligatoria.
La Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas de las tablas de
Moisés y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo.
La Iglesia también dictará otro mandamiento que se le había olvidado
a Dios, “amarás a la Naturaleza de la que formas parte”.
Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma.
Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados
porque ellos se desesperaron de tanto esperar y ellos se perdieron por tanto
buscar.
Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan
voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido cuando hayan nacido y
hayan vivido donde hayan vivido, sin que importe ni un poquito las fronteras
del mapa ni del tiempo.
Seremos imperfectos porque la perfección seguirá siendo el aburrido
privilegio de los dioses.
Pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido seremos capaces
de vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la
última.
Eduardo Galeano, gracias.
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