Por si teníamos dudas, Richard Branson (fundador de la Virgin en un artículo de La Vanguardia del pasado domingo) nos aclara que cada año, los 100.000 barcos implicados en el transporte marítimo mundial, producen más de mil millones de toneladas de de dióxido de carbono y de hollín.
La pena es que nuestro inapreciable té ha de ser transportado en uno de esos barcos contaminantes.
¿Volverán los grandes veleros (Clipers legendarios como el Cutty Sark) a encargarse de su transporte si el precio del petróleo se pone por las nubes?
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