Hoy le toca a otro de mis
preferidos, el Mandri.
La ración es un poco mayor a la del
Tomás y empieza a estar en límite de lo que una persona sola se toma sin
esfuerzos innecesarios.
En este local impera la pijeria de
la parte alta de Barcelona y en nada recuerda a una taberna, por lo que
las patatas se comen con tenedor
pero sin pan que se puede pedir, ya que también es restaurante.
En ocasiones te van a llegar las
patatas menos calientes de lo apetecible.
Aquí también, el picante de la
salsa es "para todos los públicos", lo que no es crítica ya que no
somos partidarios de los excesivos ardores que anulan la capacidad gustativa
del paladar.
El precio de la ración es llevadero
(2,70€), no así, el precio del vermú Izaguirre (3,50€) que además sirven con
3-4 cubitos que disminuyen la cantidad realmente servida.
Como es habitual, el Izaguirre no
lo tienen frio, por lo que le colocan tres cubitos, que si los dejes deshacer,
te dejan el bebercio totalmente aguado. Un vermú tan bueno se merecería mejor
trato.
¿Tan difícil es tener la botella
del vermú metida en el frigorífico con las cervecitas? ¿Qué tal si te ponen una
cerveza del tiempo y te la enfrían con unos cubitos?
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