Buscar en este blog

domingo, 16 de noviembre de 2008

CUANDO SEA VIEJO, TEN PACIENCIA

Nos llega un escrito, de origen desconocido, que por su humanidad incluimos en su totalidad.
La relación padres-hijos, casi siempre maravillosa, en algunas etapas tiene tensiones que esta carta puede ayudar a mejorar.


Querido hijo:

El día que sea viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme.

Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme los zapatos, recuerda las horas que pase enseñándote a hacer las mismas cosas.

Si cuando conversas conmigo, repito las mismas historias que sabes de sobra como terminan, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeño para que te durmieras tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.

Cuando estemos reunidos y sin querer haga mis necesidades, no te avergüences y comprénde que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas. Piensa cuantas veces cuando de niño te ayudé y estuve paciente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.

No me reproches porque no quiera bañarme; no me regañes por ello. Recuerda los momentos que te perseguí y las mil historias que inventaba para hacerte más agradable tu aseo. Acéptame y perdóname. Ya que ahora yo soy el niño.

Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me dediques todo el tiempo que sea necesario y no me lastimes con tu sonrisa burlona. Acuérdate que yo fui quien te enseñó tantas cosas. Comer, vestirte y tu educación para enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de mi esfuerzo y perseverancia por ti.

Cuando en algún momento mientras hablamos me olvide de qué estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo no te burles de mí; tal vez no era importante lo que hablaba y me conforme con que me escuches en ese momento.

Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Sé cuanto puedo y cuanto no debo. También comprende que con el tiempo ya no tengo dientes para morder ni gusto para sentir.

Cuando me fallen mis piernas por estar cansadas para andar, dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernas.

Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y solo quiero morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene que ver con tu cariño o con cuanto te amo. Trata de comprender que ya no vivo sino que sobrevivo, y eso no es vivir. Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer. Piensa entonces que con el paso que me adelanto a dar estaré construyendo para ti otra ruta en otro tiempo, pero siempre contigo.

No te sientas triste o impotente por verme como me ves. Dame tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando empezaste a vivir. De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío. Dame amor y paciencia, yo te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.


Esta Tetería, con el paso del tiempo también acabará deteriorandose. Cuando eso ocurra ¡Ten paciencia!

No hay comentarios: