Como la Unión Europea no prevé sanciones, pues aquí no pasa nada. Seguiremos respirando venenos y cuando nuestro cuerpo proteste iremos al médico que intentará repararlo, no recetando el necesario aire puro (todavía no se comercializa) sino cualquier producto farmacéutico que engrose el negocio de algunos y vuelva a perjudicar a nuestro cuerpo. Mientras, la política antivicio prohíbe las drogas para protegen nuestra salud, con la gran excepción del tabaco en lugares públicos que completa el surtido de aditivos venenosos que contiene el aire que respiramos. El alcohol es otra historia.
¡Que le vamos a hacer! La comodidad de ir en coche lo vale casi todo y mantener industrias insalubres y caducas que crean miles de puestos de trabajo (aunque cada vez la importación de coches y componentes es mayor) vale el resto.
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