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miércoles, 19 de marzo de 2008

Caminante

La necesidad de viajar
Años ha el transporte era escaso, lento y caro. La vida de la mayoría de la gente transcurría en su localidad. Los productos básicos se producían y consumían localmente y el comercio se nutria de mercancías no esenciales, suntuarias como las especias, los metales preciosos, … Ahora tenemos viajeros permanentes e incansables ya sea por el trabajo diario cada vez más lejano o por un turismo masivo que ha conseguido que no queden lugares inaccesibles, vírgenes de huella humana. Ni tan siquiera la Antártida.

Las estadísticas muestran que al aumentar la oferta de transportes, se incrementa automáticamente el número de viajeros.
Una lógica superficial nos indica que la mejora de las comunicaciones implica un aumento de libertad aunque muchas veces sea para cosas triviales. Cuanto mayor, más rápida y más barata es la oferta de transporte, más nos movemos. ¿No sabemos estarnos quietos? ¿Se trata de algún impulso migratorio ancestral?

Paseante y peatones
Leo con desolación que en los pueblos y ciudades norteamericanas, el peatón es una especie casi extinguida. Contaba un día un escritor norteamericano en una tertulia: “Me compré un perro porque en este país si sales de paseo solo y sin rumbo fijo después de las ocho de la tarde, tienes muchas probabilidades de acabar detenido”.
Aquí, los sufridos peatones todavía pugnamos por sobrevivir frente a coches, motos, bicis y mobiliario urbano vario.
Aunque todos los caminantes son peatones. Al revés no siempre es cierto. El peatón que camina rápidamente al trabajo, a realizar alguna gestión o de compras no es un paseante. Su objetivo es llegar cuanto antes y acorta en lo posible un camino que carece de interés.
Pero si los peatones están mal, los paseantes están peor. Ahora ya casi no se pasea y si se camina es para ir a trabajar o para ir a consumir. ¿Donde queda el placer de pasear solo con la mirada bien atenta para descubrir algo nuevo, o acompañado y compartiendo una buena conversación?

El viaje en la literatura. La Literatura como viaje
· La vida es un viaje maravilloso que no hay que perderse; en el camino hay que estar atento a todo.

· Un lugar a mitad de camino entre ninguna parte y el olvido (Million Dollar Baby)



· Caminábamos sin buscarnos pero caminábamos para encontrarnos. (Julio Cortazar)

· Viajar por tus mares, viajar por tu cuerpo.

· Viniendo de ninguna parte, dirigiéndose a la nada.

· Viaje alrededor de uno mismo. El viaje interior. Uno nunca se encuentra a sí mismo, a pesar de que según el poeta, dar la vuelta al mundo sea la forma más corta de llegar a hacerlo

· Haz que el camino sea muy largo (Kavafis. Viaje a Itaca).

· Viajar por el perfume de una rosa.

· Ven y piérdete por mis senderos que juntos descubriremos un mundo a nuestra medida.

· Uno viaja simplemente para sentirse vivo, para romper con todas las rutinas.

· Escribir es viajar. Leer, también es viajar.

· El viaje virtual

· La verdadera esencia del viaje es el descubrimiento que derrota a la ignorancia.

· Soy un andosolo

Disfrutar del destino, disfrutar del viaje
La felicidad es el camino. Caminar sin rumbo fijándonos en cosas nuevas.
Lo fundamental es saber mirar. Miras, vas por la calle y no hay nada. Pero vuelves a pasar por allí sabiendo mirar y está todo el universo en esa misma esquina. Esa mirada capaz de transformar lo que creemos banal en algo único. Has de aprender a mirar lo que tienes ante tus narices cada día y no sabes ver.
La pasión por mirar. Nunca se sabe lo que te espera al doblar la esquina, por eso ¡NUNCA dejes de mirar!.

Viajar sin prisas ni programas elaborados que nos permitan parar dónde nos apetezca o tomar un desvío súbito que nos pide el corazón.
Los desplazamientos lentos, en bici o caminando, favorecen la conversación y la contemplación del paisaje.
La calma y la reflexión surgen del viaje lento y reposado del caminante, deteniendo el tiempo y acercándose a conocer el paisaje y el paisanaje, difuminando tópicos.

El viajero en cuanto emprende el viaje abandona su cómoda vida y se olvida de su país. Sabe que habrá momentos duros pero valdrá la pena.
Para emprender largos viajes hay que tener gran capacidad de adaptación y fortaleza mental para resistir los cambios, y los problemas que puedan surgir. No es solución de problemas personales haciendo una huida hacia delante pues se reproducirán los mismos problemas pero agravados.

Turismo
El moderno turista no soporta los imprevistos fuera de programa, hace el viaje antes de llegar al destino: compra guías ilustradas, recaba múltiples opiniones, escudriña Internet, recolecta folletos, ... para llegar agotado y limitarse a hacer lo mismo que la mayoría.
El turismo masivo busca lo práctico, lo seguro y lo cómodo, es depredador. El turista se transforma y se infantiliza haciendo, y vistiendo, cosas que nunca haría en su ciudad. Turismo para minimizar su impacto negativo ha de ser ético, sostenible en todos los sentidos.

La globalización ha cambiado muchas cosas de los viajes. Para tomar una cerveza en un pub irlandés no hace falta ir a Irlanda ni para comprar artesanía africana. Lo encontramos en nuestra ciudad. Hay cadenas de hoteles, de restaurantes o de comercios que te ofrecen el mismo ambiente y los mismos productos en cualquier país.


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