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domingo, 16 de diciembre de 2012

El gurú falaz



Patricia, al acabar la clase de Kundalini, leyó este bello cuento:

Las lluvias monzónicas habían llegado a la India.

Era un día oscuro y llovía torrencialmente.

Un discípulo corría para protegerse de la lluvia cuando lo vio su maestro y le increpó:

--Pero, ¿cómo te atreves a huir de la generosidad del Divino?  ¿Por qué osas refugiarte del líquido celestial? Eres un aspirante espiritual y como tal deberías tener muy en cuenta que la lluvia es un precioso obsequio para toda la humanidad.

El discípulo no pudo por menos que sentirse profundamente avergonzado. Comenzó a caminar muy lentamente, calándose hasta los huesos, hasta que al final llegó a su casa. Por culpa de la lluvia cogió un persistente resfriado.

Transcurrieron los días, y una mañana estaba el discípulo sentado en el porche de su casa leyendo las escrituras. Levantó un momento los ojos y vio a su gurú corriendo tanto como sus piernas se lo permitían, a fin de llegar a algún lugar que lo protegiera de la lluvia.

--Maestro -le dijo-, ¿por qué huyes de las bendiciones divinas? ¿No eres tú ahora el que desprecias el obsequio divino? ¿Acaso no estás huyendo del agua celestial?

Y el gurú repuso:

--¡Oh, ignorante e insensato! ¿No tienes ojos para ver que lo que no quiero es profanarla con los pies?

Sabiduría: los que no actúan de acuerdo a sus palabras, siempre encuentran una manera de justificarse.

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