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sábado, 19 de enero de 2008

Barcelona, especulación sin fin




Especulación: construir en un lugar y con una altura o volumen que no son los habitualmente permitidos, gracias a conseguir un permiso excepcional.

Desde que existen ciudades se ha especulado y se especulará para maximizar los beneficios de unos pocos. En Barcelona, la especulación urbanística de los grises años de posguerra sería hoy día, con ayuntamientos democráticos, impresentable. ¿Cómo especular entonces? Han tenido una idea genial: cubrir la especulación con un lujoso envoltorio que la disimule y dirija las miradas hacia otra parte. Para ello, han hecho levantado imponentes y lujosos edificios, contratado a las grandes figuras de la arquitectura del momento, de tal forma que aparentemente nos venden “modernidad” y diseño, cuando solo se trata de negocios fabulosos. No juzgo su posible belleza, sino la rentabilidad del metro cuadrado de un terreno además no edificable.

La justificación pública de estos negocios, de realzar la imagen de la ciudad internacionalmente y atraer visitantes de gran poder adquisitivo, no aguanta ni una mirada crítica. Hay alternativas viables y respetuosas con el urbanismo como son la rehabilitación de preciosos edificios históricos para adecuarlos como hoteles muy exclusivos. Dos ejemplos: la antigua Casa Fuster, obra del gran arquitecto Lluis Doménech i Montaner o el Neri, en un palacete del XVIII en pleno Barrio Gótico.

Primero fueron las “emblemáticas” torres de la Villa Olímpica y el Imax del puerto, luego vino el World Trade Center, posteriormente las variadas torres de la zona del Forum y la torre Marenostrum, ahora el remate son dos hoteles: uno en la cumbre de Montjuich y otro, el hotel Vela (inicialmente de 168 metros de altura que por vergüenza torera se ha quedado “sólo” en la mitad), junto al Puerto y en el mismo borde del agua. El siguiente engendro todavía no se conoce pero casi seguro llegará, aún quedan espacios sin edificar. Son prudentes pero también insaciables.

Cuando la especulación afecta al tramo del paisaje más valioso, como es el de la Costa, me indigno y no puedo callar. Nos toman por bobos.

Y lo que más duele: todo ocurre ante el silencio cómplice de Instituciones públicas, privadas, prensa y demás invitados a la fiesta.


PD. Parafraseando libremente a Martin L. King puedo decir que “Hoy, 16.8.08, he tenido un sueño”. El Ayuntamiento de Barcelona haciéndose eco del clamor popular decide eliminar el Hotel Vela, en construcción avanzada al borde del mar junto al puerto, mediante una demolición controlada y como apoteósico final de las fiestas de la Merçé. El impresionante esqueleto de este engendro envuelto en papel de lujo había conseguido poner en pie a la ciudadanía como si el Barça hubiera goleado al Madrid ganado la liga. Pronto se hizo popular un estribillo tomado de aquel corrido mexicano llamado “A desalambrar”: a dinamitar, a dinamitar, que el hotel Vela ha de volar, . . .
Los partidos políticos inicialmente formaron piña pero finalmente y de mala gana tuvieron que aceptar la decisión popular y negociar con la empresa promotora una ubicación alternativa en la nueva y prometedora área especulativa de rascacielos en Hospitalet.
El día señalado, al anochecer, la ciudad entera se agolpó en primera línea de mar y también desde Motjuich bien pertrechados de cava para la celebración. A pesar de que se televisaba en directo nadie quería perderse aquel momento histórico. Todo acabó en breves segundos rodeado de fuegos artificiales. Además, era una copia de otra que hay en Dubai.

El Sueño es el momento en que el sabio y el loco que están dentro de nosotros se cuentan sus secretos.

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