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jueves, 10 de enero de 2008

Los regalos


Pasadas la Navidad y Reyes, parece una buena ocasión para que en la Tetería hablemos de regalos. Los habituales saben que estamos en contra del consumismo exacerbado que se produce en nuestra sociedad, de país rico en dinero pero pobre en muchas otras riquezas.

Supongo que hacer regalos es tan antiguo como la Humanidad. Siempre se han hecho regalos por compromisos sociales, políticos, laborales, por agradecimiento, por amor, ....

Hay quién confunde regalar con gastar dinero, cuando realmente lo que habría que “gastar” es mucho tiempo.
En muchos casos el concepto tradicional de “regalo” está desapareciendo, sustituido por otras cosas que aunque se siguen llamando regalos, ya no representan lo mismo. Este comentario no es nostalgia de un pasado mejor, es una modesta aportación a mantener pura de contaminación una preciosa costumbre que nos permite comunicar sentimientos.

Los regalos que nos gustan son los que se hacen entre personas unidas por el amor entendido en su sentido más amplio. Me estoy refiriendo a los amigos o familiares.
Cuando regalas un obsequio a estas personas les estás dando algo más que un objeto con algún valor económico, les das muchas más cosas: tu tiempo, tu habilidad, tu creatividad, tu cariño, . . .

Los regalos inesperados causan una sorpresa que potencia su efecto. También los que han supuesto una dedicación personal buscando el regalo o haciéndolo con las propias manos y finalmente cuidando su presentación, que es la guinda de la tarta.

Los mejores regalos que he recibido son los que llevan algo de la persona que los hace, aquellos que han trabajado con cariño e ilusión, a diferencia de los “típicos” regalos que encuentras en el comercio. En este sentido, no puedo dar el mismo valor a un libro correctamente envuelto que ha supuesto una dedicación de un cuarto de hora que a un álbum de fotografías con sus simpáticos comentarios, diseñado expresamente para la ocasión, que ha necesitado bastantes días de trabajo.
Acompañar el regalo de unas frases bellas o emotivas es una buena propina.
Con estos regalos es prácticamente seguro acertar, ya que con independencia de que el objeto guste más o menos, su carga de cariño siempre compensará. Son regalos que nunca olvidas.

El mejor regalo es solitario. Así, José Antonio Marina nos explica que en el caso de las flores, el mejor regalo es una única flor como defienden los japoneses, en lugar de nuestros habituales ramos. Los maestros zen consideran casi blasfemo regalar las rosas por docenas porque ello menosprecia la verdadera belleza de la flor que es individual. En una habitación sólo debe haber una flor, colocada en la vasija adecuada y puesta en el lugar principal para que luzca en todo su esplendor. Esto tendríamos que generalizarlo ya que si entregamos varios regalos juntos, cada uno pierde individualidad entre el conjunto y unos regalos harán sombra a los otros. Es el caso de los numerosos regalos que traen los Reyes en las familias de presupuesto holgado.

Regalar es dar algo como muestra de cariño y sin esperar nada a cambio, con ilusión de provocar la felicidad, más o menos momentánea en la otra persona. Y como dice un refrán “de bien nacidos es ser agradecidos” por lo que es imperdonable no agradecer un regalo.