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miércoles, 19 de marzo de 2008

Isla extraña


La Tetería de la Calma abrió su puerta hace ya un año con la ilusa pretensión de ser una Isla (o mejor Ínsula que decían en El Quijote) extraña en este mundo de ruido y prisa por llegar a ninguna parte. También de ser un rinconcito de calma, de belleza, de tolerancia y libertad donde sea fácil la reflexión, la conversación, el debate y el disfrute de sensaciones intensas.
Nació con pretensiones de longevidad. Sin prisas, con pausas. Como ya habréis visto la actividad no es intensa aunque espero que suficiente para asegurar el disfrute a propios y extraños.

En este su primer año, gracias a los que habéis dejado comentarios (y en esto Rafael gana la partida). Sed calmados pero no tímidos y comentar. Comentar para romper de tanto en tanto la caricia del silencio.

Esta Tetería es pequeña y recoleta, no busca la masificación, se conforma con unos pocos visitantes que se encuentren a gusto en su ambiente y la visiten cuando les plazca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades por esta onomástica. Un año ya de vida significa perseverancia y solidez en vez de capricho momentaneo. En el estilo de vida que conocemos y al que intentas dar un reposo en esta Tetería, las cosas no suelen durar sino que suelen ser efímeras.
Gracias por acordarte de mi en esta celebración, lo que me obliga.
Felicidades también por el artículo sobre el viajar. Mis comentarios suelen tener como objetivo el contraste, la contraposición que es lo que da vida. Pero en este artículo no soy capaz de contraponer. Me adhiero totalmente a cosas como las de viajar sin prisas y sin programas elaborados. El desplazamiento masivo de personas en vacaciones, cuando más lejos mejor, no tiene los clásicos ingredientes del viaje, que suele recoger la literatura. No compruebo a mi alrededor que las personas que viajan se vean afectadas por sus viajes. No sé distinguir entre una persona que viaja mucho y otra que se queda en casa.

artesano dijo...

Me gusta mucho eso que dices de que las personas viajan pero no se ven afectadas por el viaje. Creo que es sintomático de la superficialidad que tienen la mayoría de los viajes actuales. Un viaje autentico tiene que dejar huella como cualquier otra experiencia intensa y profunda.
Me atrevo a pensar que los grandes viajeros a la vuelta de sus viajes eran personas totalmente diferentes.