Buscar en este blog

domingo, 21 de septiembre de 2008

Una jícara de chocolate


– Iba a merendar ¿Quieres una jícara de chocolate? – le ofreció ella, solicita. Y ante la negativa del joven, prosiguió ¿Un bizcocho? – señaló la bandeja que reposaba sobre una mesita de taracea. – Prefiero un café de moca.

Frasquita hizo una señal a la doncella, que regresó poco después con melindres, compota surtida, horchata y garrapiñada.
El jubón y el corpiño con que iba ataviada la muchacha realzaban la gracilidad de su talle y escote. A la señora de la casa no le pasó desapercibida la coquetería de la azafata, ni el agrado con que la miraba Sebastián mientras ella depositaba la taza en la sotacopa.

(Agustín Sánchez Vidal, Nudo de sangre)

No hay comentarios: