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viernes, 16 de noviembre de 2007

Lo simple es hermoso

A lo sencillo se tarda en llegar
Ya decía en “El no hacer es hermoso” que se vive más (en intensidad, no en años) cuando se hace menos. No se trata de ser perezoso o de pasividad sino de trabajar menos, para vivir más. En este caso, menos es más.
Tener o no tener
¿Cuánto es suficiente? Coleccionar dinero es superfluo, lo importante es el nº de veces que eres feliz.
Muy relacionado con el “No hacer” está el simplificar nuestra vida, reduciendo su campo exterior y dándole mayor dimensión interior.
En el Mundo rico hemos llegado a la siguiente Paradoja: cuanto más tenemos, más infelices somos.
“Tener” en las sociedades ricas es acumular objetos materiales, es “usar y tirar”, es consumir compulsivamente, sustituir unos objetos por otros más modernos que nos durarán menos. En las sociedades más consumistas empieza a tomar cuerpo la sensación de que “todo es desechable”.
Nuestras casas cada vez son más pequeñas pero nuestros armarios roperos están más repletos.
Tenemos varios televisores y quizás, acabaremos poniendo otro más en el Baño, para no dejar de ver televisión mientras hacemos lo que nadie puede hacer por nosotros.

El Consumo, nos consume
Los psiquiatras ya han definido el Síndrome del Comprador Compulsivo que necesita su dosis diaria de compras para sentirse bien. Se trata de una adicción como las demás. Estas personas cuando tienen un disgusto o frustración tienen que darse un hartón de compras para reponerse.
La tarjeta de crédito es la herramienta imprescindible para estos compradores. El crecimiento de las economías precisa de este consumismo intensivo que crea la necesidad del crédito permanente para mayores beneficios de nuestros bancos.

José Antonio Marina, tiene las ideas muy claras:
El sistema productivo ya no pretende satisfacer las necesidades sino crear nuevas necesidades o caprichos.
La Publicidad es esencial para suscitar deseos, envidias o crear frustraciones. Miles de psicólogos, sociólogos, publicistas y economistas trabajan tenazmente para ello.
Hay que disfrutar de lo que se tiene, en vez de vivir pendientes de lo que nos gustaría tener.
Además, el consumo excesivo no es sostenible ecológicamente ni universalizable.
Hay que volverse más austeros. Reducir nuestras necesidades puede tener un efecto más global para reducir tensiones internacionales y posibles guerras.

Austeridad
Deberíamos recordar la sabiduría tradicional de la Humanidad. Como ya dijeron los estoicos: es más rico el que tiene pocos deseos que el que tiene muchas cosas.
El fomento y la expansión de las necesidades es la antítesis de la sabiduría. Cualquier incremento de nuestras necesidades produce un aumento de nuestras dependencias que muchas veces no podremos satisfacer, cerrando el círculo de frustraciones.
Lo que eran lujos para nuestros padres, han llegado a ser necesidades para nosotros.
Tenemos una clase media hambrienta de consumo y una elite que demanda productos muy exclusivos y sofisticados.
Lo suficiente es bueno, y más de lo suficiente, es malo para conseguir un desarrollo sostenible y disminuir así las desigualdades económicas.
Nuestro Planeta empieza a mostrar señales claras de que su explotación intensiva, por una población que se incrementa de forma alarmante, está tocando a su fin.
¿Habrá que pensar que estamos en los comienzos de un fin de ciclo económico con crecimientos continuos de las economías?
La mayoría tenemos margen para simplificar nuestras vidas manteniendo suficientes comodidades y renunciando a consumos y lujos superfluos.
Reducir el consumo es posible, fácil y rentable. Aquí van un par de ideas:
Algunos colectivos están implantando el Intercambio de servicios o de productos. Muchos objetos que dejan de tener utilidad para nosotros pueden tenerla para otros usuarios por lo que en lugar de destruirlos los podemos regalarlos.

"Yo me quejaba que no tenía zapatos, hasta que me encontré con alguien que no tenía pies" (Proverbio inglés)

El Toque de Midas
Una bonita historia de la mitología griega:
Dioniso, también conocido como Baco, ofreció al rey Midas por su hospitalidad con Sileno, antiguo profesor y padre adoptivo de Baco, que eligiera la recompensa que deseara.
Midas a pesar de las riquezas, que ya tenía como rey de Frigia, quería más y pidió que todo lo que tocase se transformara en oro. Dioniso accedió aunque lamentando que no hubiese hecho una mejor elección.
Midas se regocijó con su nuevo poder que se apresuró en poner a prueba, tocando y convirtiendo en oro una rama de roble y una piedra. Tan pronto como llegó a su casa, ordenó a los sirvientes que dispusieran un festín en la mesa. Entonces descubrió que al tocar la comida, a su perro y hasta a su hija, se convertían en oro.
Midas comenzaba a odiar el don que había codiciado y se esforzó en desprenderse de su poder pues aunque había conseguido ser el más rico de todos los reyes no podía ni alimentarse. Desesperado rezó a Dioniso para que le librase del don y este finalmente consintió, diciendo a Midas que se bañase en el río Pactolo. Midas así lo hizo, y cuando tocó sus aguas, el poder pasó a éstas, y las arenas del río se convirtieron en oro.
Midas, desde ese momento aprendió a amar el brillo de la vida en lugar del lustre del oro. Esto lo celebró regalando todas sus posesiones y marchando a vivir al bosque junto con su hija en una cabaña. Desde entonces, jamás dejó de disfrutar de la auténtica y verdadera felicidad.
La muerte nos enseña la vanidad de las riquezas materiales.

Ser o no ser
Al contrario de “Tener”, “Ser” es la esencia de la persona que apenas necesita acumular objetos materiales, sino cosas intangibles: tiempo, experiencias, sentimientos, ilusiones, valores, sueños . . . El Ser siempre será nuestro refugio, nuestro campo de sueños, nuestra mayor riqueza.
J. A. Marina nos propone buscar el hedonismo de la intensidad, más que el de la cantidad, idea que encuentro muy sugerente.
Frente al “usar y tirar” podemos decir que las personas desarrollamos vínculos emocionales con los productos que envejecen con nosotros (esos vaqueros que tenemos hace años y están gastadísimos, aquella cámara de fotos Leika con la que hicimos tantas fotos, el SEAT 600 que sigue funcionando de maravilla ...). El desgaste que experimentan nos recuerda que han vivido con nosotros, que nos han acompañado de cerca. Son parte de nuestra vida.

Decrecer para crecer
Ya está surgiendo un movimiento que defiende el decrecimiento económico en los países ricos, ya que es de total justicia que los países del Sur sigan creciendo. Aquí, nuestro crecimiento debe cambiar de objetivo: decrecer nuestro consumo material y nuestros deseos para crecer interiormente.
Al reducir nuestras necesidades, reduciremos nuestro consumo por lo que podemos reducir nuestra jornada laboral y aumentar nuestro tiempo libre que es el realmente importante.Por otra parte, conviene recordar que “Lo mejor de la vida es gratis”.

El Wabi-Sabi
Lo simple es superior a lo refinado, lo imperfecto a lo perfecto y lo irregular a lo simétrico.No lo digo yo, lo dijeron hace mucho tiempo sabios japoneses que crearon el ideal Wabi.Por lo poco que sé de Japón, el Wabi-Sabi es un concepto japonés que hace referencia a la belleza de lo imperfecto, de lo impermanente, de lo incompleto. Reivindica la simplicidad, la humildad, la moderación y la indiferencia frente a las riquezas.El Wabi-Sabi transmite la interacción que existe entre la juventud y la vejez, la belleza y la fealdad, entre la vida y la muerte.La estética del Wabi-Sabi, surgida alrededor de la vieja ceremonia del té, tiene mucho de melancólico y otoñal. Es la estética de los objetos que envejecen con el uso. Objetos únicos y artesanales de materiales naturales como la madera, el metal oxidado, el cáñamo, la tela cruda o la cerámica.Para ampliar este interesante concepto se puede visitar (http://www.marcmoll.net/pageID_7297348.html)

La ceremonia japonesa del té
La ceremonia japonesa del té se inspira en el budismo Zen: la meta es lograr una experiencia directa del todo, prescindiendo de teorías y palabras (liturgias repetitivas y lenguaje teológico)
El todo se identifica con el vacío y puede encontrarse en las cosas más insignificantes (como una taza de té)
Los principios que inspiran el arte del té son los mismos que guían el Zen:
Wa: la armonía de uno mismo con las personas y las cosas
Kei: el respeto por los demás
Sei: la pureza de corazón y espíritu
Jyaku: la tranquilidad
Todo está relacionado: el respeto por los demás implica no matar que implica armonía con los demás.

Disfruto viendo la cantidad de cosas que no necesito” (Sócrates paseando por el Mercado de Atenas)

En la Tetería de la Calma todo es materialmente sencillo y sutilmente complejo

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