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sábado, 17 de mayo de 2008

Sueños mestizos

Una joven morena y esbelta, negrísimos los cabellos, los ojos levemente oblicuos, de mirar espacioso, la boca fresca, de arrasadora sensualidad, la piel entre cobre y canela, como sólo podían tenerla las mestizas.
Su belleza cortaba el aliento, haciendo que el ánimo quedara suspendido y el tiempo dejara de correr.
La mestiza llevaba una capa abierta, dejando entrever un esplendido vestido de terciopelo rojo. Se ajustaba la tela mediante dos filas de disciplinadas esmeraldas que ascendían a modo de botones, deteniendo sus rigores ante la inminencia del generoso escote, un alarde de piel morena prolongado por los hombros casi desnudos, hasta rematar en la gracilidad del cuello.
Su forma de moverse era fascinante, proyectando el pecho y la figura.

(Agustín Sánchez Vidal. Nudo de Sangre, una buena novela recomendada por mi Librero en San Jordi)

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