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lunes, 8 de junio de 2009

ESTAMOS DORMIDOS

A veces pienso que es el gran mal de mi generación. Hemos crecido en una época de bienestar desmesurado que nos ha perjudicado más que beneficiado. Siempre se ha visto que en los periodos de la historia de mayor carestía han aparecido las grandes oportunidades para prosperar. Pero más de uno olvida que el éxito viene acompañado de trabajo y persistencia.
Estoy cansado de ver a compañeros treintañeros (como yo) que se sienten atrapados por su vida presente. Creen no poder hacer cambios en su vida porque piensan que tienen cargas de las que no pueden desprenderse. Excusas y más excusas. Que si la hipoteca, que si la oportunidad de prosperar en el trabajo, que si la pareja, que si los hijos, que si el currículum no puede desvirtuarse.
Mil razones. Y más razón aún porque estamos en crisis. Todo se basa, en poseer para sentirse parecido a la imagen que proyecta el vecino. Y todas las ilusiones se acaban. ¿Cómo puede una persona de 30 años pensar que su vida ya está predeterminada? ¿Y la posibilidad de reinventarse?
Mejor quejarse que es más fácil y conlleva menos quebraderos de cabeza. Hace un tiempo hice los cálculos de cuánto dinero tendría si al llegar a los 65 años no gastara ni un céntimo del que habría ganado durante mi vida laboral manteniendo mi sueldo. Contando incrementos y demás rondaría el millón de euros. Eso no es nada. Nada porque hay que comer (hagan los cálculos), nada porque quizás tenemos una hipoteca que se lleva un
buen trozo de ese pastel. Nada porque quizás tenemos que pagar escuelas de hijos o quizás también queremos tener vacaciones o darnos algún capricho (dígase coche, televisor, nevera…). Y no queremos arriesgarnos a perder lo que no tenemos porque lo estaremos pagando años y años.
¿No sería quizás más atractivo luchar por objetivos que nos pueden reportar más satisfacciones? ¿Qué hay acerca de realizarse como persona? ¿Y montar un negocio? Total, si no funciona; no es tan complicado volver al punto de partida. Pero no, tenemos que agobiarnos día sí día también por todos los gastos de la vida moderna. A veces no va tan mal sufrir un poco ahorrando en extras evitables o durmiendo menos para luchar por crear algo para no convertirse en engranaje del sistema esperando a que se cumplan todos los ciclos vitales por los que hemos sido educados. Todas las personas que considero triunfadoras (a nivel profesional o emocional) y que han decidido superar la barrera del parasitismo vital cumplen inexorablemente dos cualidades: han tenido muchas experiencias y han sabido entender que en esta vida hay que arriesgar. Porque cuando no tenemos nada, no tenemos nada que perder
.

Esta Carta de Xavi Seguí en La Vanguardia de ayer 7.6.09 nos ha encantado y puede provocar insomnio.

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