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martes, 25 de agosto de 2009

La vejez

Algún día probablemente seremos viejos y como decía mi abuela: malo si no llegas.
La etapa final del camino es la vejez. Nos da pánico solo de pensar en ella por el lamentable estado físico en que se encuentran la mayoría de los viejos. Hasta la palabra viejo duele.

La moderna medicina occidental ha sido capaz de alargar la vejez pero sin mejorar la calidad de vida, originando verdaderas vidas torturadas para el viejo y para los que le atienden.

Hay dos maneras de enfocar la vejez: como etapa de crecimiento y descubrimiento o como un naufragio.

A los 60 hay que empezar a aprender a envejecer. Luego ya es tarde. Lo primero es saldar cuentas con el pasado.
Hay que prepararse para una densa vida interior y disfrutar de la música o de contemplar la naturaleza ya que la exterior se irá reduciendo (pérdida de vista, oído, movilidad, …)
Aunque acabaremos siendo dependientes no debemos ser una carga para nuestros hijos.
Hay que entrenar la meditación y el placer de no hacer nada.
(Marie de Hennezel)

Y finalmente cuando el deterioro físico entre en su fase definitiva, tener la suficiente clarividencia para saber poner el punto final, sin apego y rodeado de los tuyos. Para que este final sea posible, nuestra cultura de la muerte de origen judeocristiano debe cambiar radicalmente para que aprendamos a morir. Si esperamos el final que nos brinda nuestro Sistema de Salud, muy probablemente acabemos en la soledad de una fria habitación de hospital compartida con un desconocido y sin la presencia de los nuestros. ¿Es eso lo que queremos?

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